(Medellín 1892-Bogotá 1981)
Periodista, cofundador de “El Espectador”, hijo de don Fidel. Es el padre de Luis Gabriel, Alfonso, Fidel y Guillermo Cano Isaza. Entre 1900 y 1913 fue director de “La Mesa Revuelta” y “Sábado”. A partir de 1919 dirigió “El Espectador” en su edición de Medellín. En 1949 cuando ejercía el cargo de gerente de “El Espectador”, reasumió la direción del periódico en Bogotá por renuncia de don Luis Cano.
Empresario y escritor. Es autor del interesante libro “Apuntes de un Espectador” 1979. Su erudición y conocimiento detallado de la historia nacional, era admirable. Este breve párrafo de su libro confirma el aserto: “Tuve la fortuna, en mi lejana adolescencia, de ser condiscípulo y amigo íntimo de uno de los hijos del ilustre general Pedro Nel Ospina -el primer centenario de cuyo nacimiento acaba de cumplirse y celebrarse con merecidos actos en honor a su memoria- y de su preclara compañera doña Carolina Vásquez de Ospina. Eduardo Ospina Vásquez era un mozo alto, delgado y enfermo, y murió prematuramente, yo creo que de una noble enfermedad hereditaria: la inteligencia. Eduardo y yo oímos juntos nuestras lecciones, y juntos hicimos nuestras tareas escolares, en una comunidad espiritual y cordial que saltó fácilmente la distancia entre nuestras respectivas posiciones económicas y sociales: él era nieto del terrateniente más rico de Antioquia y acaso de Colombia, y yo era hijo del periodista más pobre de Medellín y acaso del mundo. Por aquella circunstancia visité frecuentemente la casa de don Eduardo Vásquez Jaramillo, en la cual residían los padres de Eduardo y era una de las más grandes, confortables y lujosas mansiones de la vieja villa de La Candelaria. Sin embargo, ¡qué austera sencillez, qué noble discreción las que presidían ese hogar cristiano, hidalgo y generoso! El abuelo y los padres me acogían con igual afecto y con la misma consideración que a su hijo, y su tacto fino y gentil como que opacaba voluntariamente a los ojos de su modesto huésped el fausto deslumbrador de la riqueza. Ya he dicho antes que mi noble e inteligente amigo murió en la mañana de su vida. De haber vivido normalmente, estoy seguro de que el nombre de Eduardo Ospina Vásquez, hubiera llenado como los de los otros suyos, muchas páginas de la historia política, económica y social de la república.
“Es, realmente, excepcional, por lo fecundo, por lo brillante, por lo alterno, el sino histórico de esta ilustre casta de los Ospina, que le ha dado al país tres presidentes: don Mariano, el padre y abuelo; don Pedro Nel, el hijo y don Mariano, el nieto; un gran sabio, don Tulio; por lo menos seis excelentes escritores: los cuatro antes nombrados y don Mariano segundo, el hijo, el más intelectual y el mejor literato de todos, y doña Sofía, la nieta, que maneja un estilo fácil, sencillo y agradable; y muchos varones para la guerra y para la paz; muchas mujeres para la virtud y la belleza; muchos hombres de trabajo, cultivadores del campo, criadores de ganados, descubridores y explotadores de minas, colonizadores de baldíos, urbanizadores de ciudades, fundadores de industrias, maestros y educadores, gobernantes y políticos; los abuelos, los hijos, los nietos, los biznietos, en una prodigiosa transfusión de talentos, capacidades y energías, de sangre a sangre, de generación a generación.
“Don Mariano Ospina Rodríguez, el fundador de la dinastía, es una de las figuras próceres de la Colombia republicana. Entiendo que fue algo liberal en su primera juventud, para convertirse luego en uno de los fundadores del partido conservador, en uno de los padres de “la pura doctrina”, tan traída y llevada en estos días. Una noche de septiembre de 1825 conspiró contra el libertador de Colombia, y jamás quiso borrar esa página del libro de su vida política. Don Mariano era un republicano y un demócrata de convicciones profundas, y no podía tolerar que los pasos del Padre de la Patria enrumbarán por los caminos torcidos de la dictadura.” [4]
Deja un comentario