Correspondemos de esta manera al programa de la Academia Colombiana de la Lengua, orientado al estudio y difusión de las literaturas regionales, iniciativa del Director Jaime Posada Díaz y el Secretario Ejecutivo Horacio Bejarano Díaz.
El pueblo antioqueño es creador. Es creador y decididamente laborioso en los más diversos campos de la actividad humana. Creador de valores materiales y abstractos, útiles y perdurables. Ello, ha podido ser así como una fuerza atávica, una vocación que inquieta y mueve todos los estamentos sociales. Y esa despierta tenacidad de la gente, se orienta como un fin hacia la creación de un hábitat amable pero intenso y dinámico. La realidad de una patria superior e integral, patria capacitada para regocijarnos y enaltecernos, sin excepción, a todos los colombianos.
El maestro Rafael Maya en su revelador ensayo “Lo Regional y lo Universal en la Cultura de Antioquia”, al respecto expresa claras consideraciones que nos ponen en la pista del genio de la raza:
“¡Con cuánta razón se afana este pueblo por comenzar a crear valores de cultura! ¡Y cuántos elementos ha puesto Dios a su alcance para ello! En primer lugar, y sin que eso parezca elucubración pedante, una unidad de raza como acaso no se encuentra en otras regiones del país. Esa unidad me parece que proviene de factores geográficos, como puede fácilmente colegirse, o que, por lo menos, el territorio ha contribuido a fomentarla. De allí se deduce cierta comunidad de ideales y de sentimientos, de tradición y de aspiraciones, que en lo social producen la admirable integridad de la familia antioqueña, su sentido de las grandes asociaciones, su visión conjunta de la grandeza regional. En el arte, dicha unidad ha contribuido a la creación de una novela típica, como no la haya en América, con el patriarca Carrasquilla al frente de ese grupo de escritores. En poesía, puede advertirse idéntico fenómeno, menos caracterizado, naturalmente, pero siempre notable. Aún poetas de tan moderna sensibilidad, de tan complicada técnica como León de Greiff, tienen rasgos que los sitúan, dentro de la familia antioqueña, como el agudo sentido de la musicalidad, tan característico de este pueblo, y su misma ironía y desolado sarcasmo, que, constituyendo una reacción contra el medio, reafirma los vínculos indestructibles de esos poetas con su raza…” *
La literatura de Antioquia es, sin duda, una de las más ricas del país. Su narrativa en la plena realidad de sus logros, traduce la autenticidad del carácter y de las costumbres del “pueblo de la dura cerviz”, para insistir aquí en esa apropiada expresión bíblica. Su poesía con acentos universales, denuncia a cada paso y a su manera, las complejas facetas del alma de un pueblo laborioso. Castizas y profundas plumas como las de Suárez y el padre Félix Restrepo, han florecido allí y no son figuras insulares y únicas; nombres ilustres y estelares en el ensayo, Luis López de Mesa y Baldomero Sanín Cano, por no citar a primera instancia sino un par de ejemplos entre varias decenas. Enormidad literaria, la poesía de Porfirio Barba Jaco y de León de Greiff.
Y en la anchurosa novela y vasta cuentística, la fecundidad del ingenio de don Tomás Carrasquilla y de Manuel Mejía Vallejo, llenan ingentes páginas del historial de las letras hispanoamericanas.
Siguiendo un riguroso orden cronológico y teniendo en cuenta su lugar y año de nacimiento, recordamos aquí y damos fe de la existencia espiritual y de la obra de 335 ensayistas, de 190 narradores, de 250 poetas, y la selección de 50 publicaciones periodísticas e igual número de editorialistas y comunicadores entre los más laboriosos e importantes de todo Antioquia. Y encontramos, que la gran mayoría de los más notables letrados, el 90%, son oriundos de modestas pero cultas poblaciones antioqueñas, letrados a los cuales, en toda ocasión, Medellín ha abierto con generosidad las puertas de sus grandes diarios y universidades.
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* Rafael Maya. LETRAS Y LETRADOS (Ed. Granada Entreabierta. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1975) pág. 163
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