Pasión Creadora

2.- BOLIVAR, MORAL Y LUCES DEL HOMBRE PUBLICO

Lectura en la sesión solemne del 27 de Octubre de 1983
 en la Sociedad Bolivariana de Colombia.

 "Simón Bolívar inaugura una alborada histórica, un
 ciclo diurno en el amorfo continente que sale de la
 nebulosa de su destino y se ordena en patrias, bajo la
 radiante voluntad del héroe".
 G.ALZATE AVENDAÑO(1)

 

1.- VIVO EJEMPLO PARA TODOS

Cuando un país padece desdoro en el comportamiento ciudadano; cuando se omite la bondad de la norma que debe fijar la disciplina de los funcionarios; cuando decae la necesaria honestidad de quienes manejan y administran los bienes públicos, es mucho decir todavía, la posesión viva de paradigmas de conductas opuestas, como lo demuestra en los inicios de nuestra vida iindependiente, el temple y el carácter de Bolívar como servidor público honesto y respetuoso de los dineros oficiales y privados.

La muerte del Libertador Simón Bolívar. Pintura: E. Yepes.
La muerte del Libertador Simón Bolívar. Pintura: E. Yepes.

La erguida pulcritud de Bolívar y la firmeza de sus palabras premonitorias, se constituyen en clamante exigencia de delicadeza y severo control en el manejo de los fondos que se guardan en las arcas oficiales. Sobre el despilfarro, por ejemplo, la malsana proliferación del burocratismo, así llamaba la atención en 1812:

“La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales dió un golpe mortal a la república,
porque la obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otra garantía que la fuerza y las rentas imaginarias de la federación”(2).

Por otra parte, cuando los altos funcionarios y magistrados, son leales al juramento que han hecho de “servir fielmente a la patria”, y luchan con denuedo por ella y por su grandeza, su comportamiento guarda similitud con las metas y juramento de Bolívar que, a partir de la oración del Monte Sacro, que don Simón Rodríguez presenciara en 1805, supo cumplir ante la admiración y gratitud de sus conciudadanos: “Juro por mi honor y por mi patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen”(3).

El servicio a la patria no puede ser episodio pasajero en la vida de los ciudadanos. La modalidad de utilizar hasta el último recurso, así sea el más sutil, superando personalismos y barreras ideológicas si es necesario, para lograr el buen suceso de la nación, es un ejemplo que con frecuencia encontramos en la vida pública del gran caraqueño. Seis días antes de su muerte, así escribía al General Justo Briceño, rival de su amigo Urdaneta: “En los últimos momentos de mi vida, le escribo esta, para rogarle, como única prueba que le resta para darme de su afecto y consideración, que se reconcilie de buena fe con el General Urdaneta y que se reúna en torno del actual gobierno para sostenerlo. Mi corazón, mi querido General, asegura que usted no negará este último homenaje a la amistad y al deber. Es sólo con el sacrificio de sofocar sentimientos personales como se podrán
salvar nuestros amigos y Colombia misma de los horrores de la anarquía”(4).

Cuando el gobernante busca explicación sociológica, más que política, a determinadas manifestaciones de la conducta de sus adversarios y a la razón subversiva de campesinos e intelectuales, es porque entiende e interpreta la ciencia política de Bolívar.

Cuando el primer magistrado solicita un lote de sacrificio a los que mucho tienen en favor de los desposeídos, va indefectiblemente tras las huellas sociales de Bolívar. Es el llamado participativo y el consejo justiciero que, desde la hondura de los tiempos, sigue haciendo a los pueblos.

Cuando en la tarea de ordenar los asuntos domésticos, imponer normas de prudencia en el quehacer nacional; cuando se busca cambiar los equívocos y dar prioridad a la sindéresis, al sentido de la austeridad, y a la fe en el trabajo y se exige sacrificio en bien de la patria, simplemente se están cumpliendo y actualizando postulados bolivarianos. Porque, si la acción y las convicciones del Libertador cambiaron nuestra mísera situación de tributantes al dominio extranjero, las esencialidades de ese pensamiento y la energía de esos actos, cíclicamente han de actuar para rescatarnos de situaciones humillantes a que nos pueden llevar los infortunios del tiempo o los gobiernos sin sentido de su verdadera misión histórica.

Equivocados gobernantes, cuando en lugar de oponerse a la corrupción se suman a ella subrepticiamente para darle
clandestina potestad e insana influencia sobre el destino
popular, creando así tumultuosas disecciones y opuestos intereses. En 1830, último año de vida y, al renunciar ante el Congreso los poderes de Presidente y Generalísimo, dijo: “Compatriotas: escuchad mi última voz al terminar mi carrera política, a nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos”(5).

2.- APOTEOSIS DEL HOMBRE HONRADO
Para Bolívar los hombres públicos, con énfasis el funcionario del Estado, tienen necesariamente que poseer la virtud de la honradez y de la pulcritud. Muy exigente en el respeto y manejo de los dineros del erario, puesto que estos son patrimonio de la comunidad. Todo lo que podía significar despojo injusto a entidades o personas, recibía del Libertador la más rigurosa y ejemplarizante reprimenda. Así, con su comportamiento y con sus palabras, siempre rubricó inmodificable línea de conducta. Y ello, y sus principios le daban fuerza moral y, para sin vacilaciones, condenar en toda circunstancia las formas de peculado, o esquilmación, todo procedimiento injusto que afectara los bienes del Estado o de las personas naturales.
Un ejemplo. El 26 de noviembre de 1826 en su condición de Jefe del Gobierno, expidió en Bogotá un Decreto para reprimir los fraudes a las rentas públicas, que en su articulado pertinente, dice:

“Art.1o.- Todo defraudador de las rentas del Estado queda sujeto a la pena de perdimiento de las mercaderías, géneros o efectos en que haga o pretenda hacer la defraudación, y en la de presidio de seis hasta diez años con las costas del Proceso.
Art.2o.- Son defraudadores en el sentido del artículo anterior: 1. los que importaren, exportaren o internaren mercaderías, frutos y efectos extranjeros,eludiendo su presentación en las aduanas para no pagar los derechos establecidos.
2. Los que introdujeren por los puertos de la república, mercaderías, frutos o efectos de prohibida introducción.
………
Art.7o.- Todo descuido o connivencia de parte de los empleados o del Juez, será irremisiblemente castigado con las penas que prescribe el Decreto de esta fecha”(6).

Asi mismo y en carta dirigida desde Bogotá al Comandante General del Cauca, el 24 de noviembre de 1820, el Libertador dió claras instrucciones relacionadas con las vejaciones de algunos militares en desmedro de la población, e instruía sobre que, ningún oficial podía enajenar las bestias de los ciudadanos, anunciando que el oficial que faltare al cumplimiento de esta norma, sería juzgado como infractor de las providencias militares y declarado indigno de pertenecer a la carrera de las armas. En esta forma, el Libertador dejó una clara lección de cómo se debe defender a la ciudadanía de los abusos de quienes están investidos de algún poder.

En otra fecha, el 4 de abril de 1824, Bolívar dictó una resolución estableciendo que los empleados en Hacienda podían ser destituídos si habían datos bien fundados relacionados con el mal desempeño en el servicio, por ineptitud o porque faltaren sin causa justificada a sus labores en las horas señaladas por las normas legales.

El Teniente Coronel Alberto Lozano Cleves en un acápite de sus estudios sobre el Libertador y que titula “Bolívar y la Pulcritud Administrativa” testifica con los siguientes conceptos y material documental:

“Cuando Bolívar regresó del Perú en 1827, encontró que la administración pública en Venezuela pasaba por un estado lamentable. La Hacienda no existía para la república, se cobraban, al parecer todas las contribuciones, pero el dinero desaparecía. A este propósito el Libertador señaló en uno de sus oficios al Intendente del Departamento de Venezuela: “Es forzoso que todos los empleados conozcan su deber y se reduzcan a sus límites; de otro modo no hay Hacienda, no hay orden, no hay República”.

“Entre la infinidad de irregularidades corregidas por él en los pocos meses que pasó en Caracas, escogemos por su carácter paradigmático las anotadas en los oficios que siguen, ordenados por él y firmados por su secretario Revenga:
“A S.E. el General José A. Páez, Jefe Superior, señor: Habiendo consultado el tesoro de este Departamento si el plazo perentorio de ocho días señalado para los cobros haya de comprender también
a V,E. a quien pone por deudor de la Hacienda Pública de la suma
de 8.871 pesos, por sueldos percibidos demás, y habiendo ofrecid2o el Libertador que por sí instaría a V.E. el reintegro, de su orden comunico a V.E. para que el efecto que se expresa, que V.E. conoce cuánto importa el ejemplo por parte de los magistrados y que por lo tanto DEBE HACER EL REINTEGRO DENTRO DEL TIEMPO SEÑALADO”… Firma esta carta su secretario Revenga.

Otro oficio de Bolívar sobre asunto similar.

“Al señor Comandante de Puerto Cabello, señor: He puesto en conocimiento del Libertador el contenido de su oficio de 29 de marzo, y S.E. en su vista me ordena decirle, que se aprueba la separación del señor Gallegos del empleo de Tercer Oficial de esa Aduana, y que siendo escandaloso el caudal que ha adquirido mientras lo ejerció, se proceda a hacer la investigación y pruebas fehacientes de lo que tenía cuando entró a  servirlo y de lo que tiene ahora, y que en el caso de que dicho señor no diere pruebas satisfactorias de haber adquirido honesta y legalmente su patrimonio, se le confisque todo lo que tenga y que exceda a lo que de su sueldo haya podido ahorrar; y además, se proceda por el resto contra aquel señor como por derecho haya lugar. Quiere asimismo que hagáis (el General Páez) indagaciones prudentes de la misma especie sobre los demás empleados. Y lo digo a V.E. para su cumplimiento”. Firma este oficio su secretario Revenga.

3o.- INTRANSIGENCIA DE BOLIVAR CON LOS DELITOS DE PECULADO
En sus páginas bolivarianas el historiador Lozano Cleves nos cuenta:

“El Libertador era implacable contra los funcionarios que
se enriquecían en el servicio oficial, no importaba que fueran sus más íntimos amigos y brillantes colaboradores, como el caso del General Páez, a quien siempre le demostró su amistad sincera. En todo lo que hacía relación con la pulcritud administrativa, sus órdenes eran terminantes y drásticas.

“Detestaba con todas las fuerzas de su alma cualquier género de mentira, falsedad, engaño o de doblez” anotaba con claridad en sus estudios bolivarianos el Coronel Lozano Cleves, y concluye: “Perseguía en las repúblicas recién fundadas, el peculado como a la peste del Estado. Desde Cuzco, cuando se dirigía al Alto Perú, le decía al ilustre Presidente del Consejo de Gobierno Encargado del Poder Ejecutivo en Lima: “Todavía hay mucho robo y este robo se debe denunciar al Congreso y al público, y perseguirlos más que a los realistas”.

“Y poco después le escribía al General Santander, Vicepresidente en ejercicio de la Presidencia de Colombia: “En los papeles públicos se debe despedazar a los ladrones del Estado y tomar otras medidas que puedan adoptarse para acabar con este flagelo”.
“Bolívar, mejor que nadie, había dado el más alto ejemplo de probidad en todos sus actos oficiales y privados. Había demostrado su diamantina conducta en el empleo de la totalidad de los dineros del Estado en servicio de la nación. Sólo así pudo,
en medio de la increíble miseria causada por la guerra, equipar y mantener ejércitos y llevarlos al Potosí.

“El Libertador sabía unir a la tolerancia razonable y a la bondad, una gran energía. Con los defraudadores del Estado fué siempre implacable. Este caso nos lo demuestra:

“Mientras se preparaba el ejército libertador para la campaña de 1824, Bolívar dirigía y vigilaba la administración con minuciosa exactitud. Examinando las cuentas del Gobernador de Cajabamba en el Perú, observó que este funcionario aparecía acreedor del Estado en $900.00. El Libertador al notar este detalle exclamó:

“Cómo, de donde ha sacado usted ese dinero? Cuando usted se encargó de la Gobernación en 1821, era un comerciante quebrado. De entonces acá usted ha pagado parte de sus deudas, ha arreglado una casa, comprado un pequeña finca rural, y ha tenido usted para vicios y virtudes, y se atreve usted a decir que le ha prestado al Estado?

“No sea usted bueno señor Gobernador: llévese sus cuentas y papeles y mañana en la mañana entregará usted en la Comisaría los 3.000 pesos del Depósito de Bulas que no aparecen en esas cuentas, si no quiere que tome otras medidas”.

“Esta severidad, que no es otra cosa que el resultado de la extrema delicadeza con que él cuidaba y hacía cuidar de los dineros oficiales, se ratificaba en muchas otras ocasiones, de manera contundente, sin debilidades ni contemplaciones. Sin lugar a dudas, con este proceder enérgico, Bolívar, se convirtió en el verdadero campeón de la pulcritud administrativa y en un ejemplo inmejorable para los funcionarios de los gobiernos actuales de los países que libertó”(7).

En el ocaso de su vida en carta al doctor Castillo y Rada, decía

el Libertador:
“La destrucción de la moral y de la pulcritud pública, causa bien pronto la disolución del Estado”.(8)

En su discurso de Angostura Bolívar expresó lo siguiente:

“Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas un Areópago y los guardianes de las costumbres y de las leyes; tomemos de Roma sus censores y sus tribunales domésticos, y haciendo una santa alianza de estas instituciones morales, renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso”.(9)

El Coronel Lozano Cleves, en otro aparte, en prosa descomplicada

expresa lo siguiente:

“Bolívar fué un Magistrado Integérrimo y de una extremada delicadeza. Su escrupulosidad con el uso de los dineros del Estado llegaba a los más extremos límites. Su probidad administrativa fué ejemplar y acrisolada como puede comprobarse con los siguientes ejemplos admirables:

“Durante la campaña del Perú se sostuvo con sus propios recursos, pues decía que el Presidente de Colombia no debía estar a sueldo de otro país. Para sus gastos giró $20.000 en diversas partidas, sobre sus bienes hereditarios de Venezuela. Bien sabido es que rechazó, con delicada indignación, un millón de pesos que le acordó el Congreso del Perú en reconocimiento a sus invaluables servicios.

“Para las fiestas del primer aniversario de la batalla de Ayacucho, celebradas en Chuquisaca, giró contra su hermana María Antonia $5.500.00 pagaderos con los arrendamientos del Ingenio de San Mateo y Minas de Aroa, heredados de sus antepasados.
“El 7 de agosto de 1827 se dirigía  al Intendente del Magdalena, General Mariano Montilla, en los siguientes términos: “Señor Intendente: hoy he tenido el sentimiento de saber que en la lista del presupuesto del Estado Mayor se ha incluido un cocinero para mi servicio, cuyo sueldo es de $50.00. Espero que usted se servirá revisarlos y avisarme de la cantidad a que asciende para hacer el reembolso correspondiente.

“El 14 de mayo de 1825 llegó el Libertador a Arequipa, en su marcha triunfal en el Perú. El recibimiento fué apoteósico. La ilustre ciudad le prodigó obsequios de toda clase. Las educandas de un colegio de señoritas le presentaron como obsequio joyas y reliquias, que él repartió en su totalidad entre sus oficiales y soldados.

“Se cuenta que para el gran baile que se dió en Arequipa al Libertador, se tomaron fondos de la Caja Municipal, y como Bolívar lo supiera reunió a los ediles y les dijo que los fondos municipales pertenecían al pueblo y que por consiguiente no debían ser empleados en fiestas sociales ni en agasajos; que esos fondos fueran devueltos por los organizadores de la fiesta, a fin de que él pudiera agradecerles sin remordimientos la suntuosa manifestación”.(10).

4o.- ACTIVO HABITANTE DE LA HISTORIA
El pensamiento de Bolívar, su contribución a la ciencia política y arte de gobernar a los pueblos, se constituye en el más rico y fecundo legado para estas naciones, fruto de su empresa de creador político y militar.

A medida que se asimilan sus planteamientos en su fértil realidad, y los pueblos logran consustanciarse con sus esencias, alejan de las fronteras patrias el espectro del desorden y las fuerzas frustrativas que se esconden en ciertos meandros del diario quehacer de la historia. Buscaba la autenticidad y la identidad del alma de estos pueblos. Decía el Libertador:

“Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se resintió extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vió realizada”.(11)

El origen de la impunidad está, así, descrito por Bolívar:

“De aquí nació la impunidad de los delitos de Estado cometidos descaradamente por los descontentos y particularmente por nuestros natos e implacables enemigos los españoles europeos, que
maliciosamente se habían quedado en nuestro país para tenerlo incesantemente inquieto y promover cuantas conjuraciones le permitían formar nuestros jueces, perdonándolos siempre, aun cuando sus atentados eran tan enormes que se dirigían contra la salud pública.

“La doctrina que apoyaba esta conducta tenía su origen en las máximas filantrópicas de algunos escritores que defienden la no residencia de facultad en nadie, para privar de la vida a un hombre, aun en el caso de haber delinquido éste en el delito de lesa patria.

“Al abrigo de esta piadosa doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”(12)

Simón Bolívar, es así un héroe vivo. Su destino está muy por encima del de los epónimos capitanes que duermen en el silencio de imponentes mausoleos, y sus ideas permanecen inertes en los anaqueles de las bibliotecas públicas. El pensamiento de Bolívar es activo, siempre actual y diariamente consultado, citado y aplicado en las más diversas circunstancias y niveles de la vida intelectual y dinámica de las patrias que constituyen su progenie política. Y allí están exultantes en los textos didácticos las excelencias humanas y espirituales del padre.

La conjunción de sus atributos y dones, se constituye hoy en la admiración de los pueblos agradecidos. Allí están como faros en la agitada pista de los graves itinerarios y sus condiciones y sus rasgos tan humanitarios como originales.

Porque Bolívar es paradigma del genio bienhechor. Quien se detiene en el análisis de su pensamiento y de sus acciones, con ello fácilmente enriquece su alma, atina ideas eficientes, fertiliza con esencias vivificantes su propia andadura existencial.

La desmesura de su cosmogonía política se agita como un gran cometa sobre la historia. Y alcanza singular poder de revelación en las mentalidades ambiciosas. De exaltación cordial sobre la niñez y la juventud. Su fina amalgama de virtudes perennes y la solidez de su personalidad, satisfacen al hombre de todas las edades y condiciones. Consuela los días finales de los viejos patricios. Orienta el empenachado anhelar juvenil.

Y la mujer que sabe intuitivamente observarlo sobre su pedestal de silencios seculares, encuentra en él una inequívoca expresión cardinal para entender los designios humanos.

5o.- BOLIVAR, SINOPSIS DE LO QUE VENDRA
Y Bolívar renace cada día y en cada episodio de nuestro acontecer ciudadano. Su biografía hasta el 17 de diciembre de 1830, es el más luminoso croquis existencial que registra el inquietante proceso vital de Latinoamérica. Es la sinopsis estremecida de lo que vendrá.

El idealista descubre en la esquemática de su periplo, faces tal vez nunca sospechadas por el propio protagonista. El hombre práctico reencuentra claridades en cada uno de sus pasos.

Voliciones dinámicas de la palabra a partir de su infancia dubitativa, hasta su última proclama en San Pedro Alejandrino. Porque sus gestos, cada una de sus frases, cada segmento de sus hazañas como supremo director de las campañas emancipadoras de América; su fecundo pensamiento como político, poeta y pedagogo; como visionario y maestro; como amigo de sus amigos, como soldado, civilista y caballero de las letras; como consejero de los hombres de Estado a partir de 1830 han hecho majestuoso y fecundo tránsito por la historia de este continente.

Bolívar se ha convertido así y para fortuna del espíritu, en una múltiple cantera, inagotable y polifacética. Rico hontanar donde pueden ir a sosegar su sed espiritual y de libertades los desposeídos de la tierra como los mártires de la esclavitud moderna. Aquellos líderes que se niegan a renunciar a la defensa pertinaz de los derechos del hombre. Los gobernantes democráticos, que ansían dar fuerza apodíctica a sus convicciones.

El pensamiento de Bolívar, sus documentos, las páginas salidas de su pluma, siguen siendo evangelios triunfantes. Textos que clarifican los actos civiles y nos libran de sinuosidades y extravíos.

El hombre de trabajo, el obrero intelectual, el artesano que logra prodigios con la materia inerte; el joven ambicioso cuyas quimeras, frente al futuro, lo aproximan a las perplejidades, encuentran en la parábola bolivariana su brújula de vadear.

El infante grancolombino que se enfrenta al alfabeto y a las primeras imágenes de la cultura, ve confiadamente el porvenir, cuando contempla el luminoso perfil del héroe.

El pensador, el artista, el creador literario, todos aquellos que sueñan con una patria señera, descubren en los dintornos históricos del Libertador, ventanas abiertas hacia los siglos, motivos de esperanza y de fe. Parámetros de organización del quehacer humano en el esbozo de sus leyes; francas sendas hacia los iluminados horizontes en sus proclamas y discursos, y razones de orden, imperativos de vida y de confianza en esa misma vida, en toda su correspondencia.

6o.- EL UNIVERSO BOLIVARIANO
El agitado discurrir de Bolívar hasta el final de su existencia, es por sobre todo un croquis en el cual cada punto geométrico apremia una línea recta. Fecundo hontanar de aguas probáticas, capaz de revivir a quienes se acercan al torrente que fluye y se expande sobre las centurias y la sucesión de las generaciones.
En 1830 concluye su agitado ciclo vital, se acoge a la muerte biológica. Y aquí, precisamente, se inicia avasallante, la vida de la inmortalidad. La que anunció en su oración inolvidable el cura y jurista José Domingo Choquehuanca: “tu gloria crece como crecen las sombras cuando el sol declina”. Pero, no una inmortalidad circunscrita a una ley física descubierta, a una obra de arte lograda, a una teoría hipotética o a una doctrina
dogmática, tareas que pueden ser revaluadas por el tiempo, confundidas por los nuevos sabios, superadas por el avance de la ciencia y el arte. No. La memoria de Bolívar, su obra material y espiritual tiene la virtud de renovarse, de adecuarse a los tiempos, de multiplicar sus frutos y virtudes a medida que se aleja del punto de partida.

Dentro de sus concepciones políticas, están los verdaderos parámetros de la noción interamericanista. Y fué necesaria su cabalgata existencial para que el mundo indo-ibero-americano despertara a la luz como un todo pluralista y violento, cargado de ideales democráticos.

Antes el panorama era sombrío. Bolívar en una vigorosa descripción nos muestra el estado de nuestra alma colonial, dice:
“Se nos vejaba con una conducta que, además, de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo. Gozaríamos también de la consideración personal que impone, a los ojos del pueblo, cierto respeto maquinal, que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.

“Los americanos,en el sistema español que está en vigor y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores, y aún esta parte coartada con restricciones chocantes. Tales son la prohibición de cultivos de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de fábricas que la misma Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio, hasta de los objetos de primera necesidad las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entiendan ni negocien. En fin, quiere usted saber cual era nuestro destino? Los campos, para cultivar el añil, la grama, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias, para criar ganado; los desiertos,para cazar bestias feroces; las entrañas de la tierra,para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta. Tan negativo era nuestro estado, que no encuentro semejante en ninguna asociación civilizada por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente construido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?”(13)

El genio bolivariano no tiene paralelo en la historia humana. Muchos fueron guerreros por vocación, pero sin grandes propósitos; otros derrumbaron coronas, esclavizaron hombres y ampliaron el solar nativo. Pero, Bolívar, se dió a la tarea de
construir nacionalidades, poseído por la inspiración política y el arrebato del creador superior.

Y cada día que pasa, los estudiosos encuentran nuevas pistas luminosas en su continente intelectual. La fuerza de su espíritu mantiene el movimiento social y político del andamiaje de estas patrias, por él concebidas y por él formadas. Estos pueblos se nutren en las teas solares de su corazón.

Los pensadores e ideólogos americanos, enriquecen sus concepciones cuando se aproximan al legado axiológico del padre. Por ejemplo, sobre la educación del pueblo, Bolívar se expresa así:
“La nación será sabia, virtuosa, guerrera, si los principios de su educación son sabios, virtuosos y militares; ella será imbécil,supersticiosa,afeminada y fanática si se cría en la escuela de los errores. Por esto es que las sociedades ilustradas han puesto siempre la educación  entre las bases de sus instituciones políticas. Véase La República de Platón. Mas para qué hemos de examinar teorías?  Véase Atenas, la madre de las ciencias y de las artes; a Roma, la señora del mundo; a la virtuosa e invencible Esparta; a la república de los Estados Unidos, el trono de la libertad y el asilo de las virtudes. De dónde sacaron lo que han sido y que son? En efecto, las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan, si ella vuela; retrogradan, si retrógrada; se precipitan y se hunden en la oscuridad, si se corrompe o absolutamente se abandona”(14).

De allí, por qué quien no conozca y asimile las esencialidades que aprestigian los grandes documentos bolivarianos, es imposible que pueda llegar a ser en este hemisferio ni un buen legislador, ni un gobernante afortunado.

Los militares de los tiempos presentes y futuros, tienen en Bolívar un paradigma superior a César o Alejandro. Más sensible y mesiánico que Rommel o Mac Arthur. De una formación social y humana más vibrante y de más intensas dimensiones espirituales. Su acción de capitán de la guerra, sólo tenía un objetivo: la libertad de su patria. No lo movían las ansias de poder, o de gloria temporal, ni los esplendores imperiales como a Napoleón. Buscaba sólo el digno galardón de Libertador y ciudadano. Y fué un guerrero que legislaba, un estadista poseído por el pathos político, un administrador pedagogo, que entendía en toda su plenitud, la necesidad comunitaria de educar. Sobre lo que puede significar para las naciones el hombre culto, escribía así en 1819:
“Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: Hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas”(15).

Sobre el destino de la juventud el Libertador se expresa en los

siguientes términos:

“Ningún objeto será de tanta preferencia para mí como la dirección de esos retoños de la vida, de esos ciudadanos que van a ser los sucesores de nuestros derechos, de nuestra libertad y de nuestra independencia, para que conserven
estos preciosos bienes por sus virtudes y por su ciencia e ilustración”.(16)

A los indecisos en política y a las corporaciones legislativas

paralíticas y apenas expectantes, desde su tribuna secular les

cuenta:

“Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son triste efecto de la antigua cadena. Que los grandes proyectos deben prepararse en calma! Trescientos años de calma, no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana: vacilar es perdernos”.(17)

Los nuevos sociólogos de este continente, los que inquieren la identidad de estas naciones, el descubrimiento de su alma plenaria, encuentran en las reflexiones de Bolívar, fulgurantes antecedencias. Su capacidad de observación del medio ambiente de la época, su lúcida comprensión del ser colonial, le permitieron la elaboración de eficientes programas de reformas políticas y sociales para la América. El profesor López de Mesa en su cenital ensayo “Simón Bolívar y la Cultura Iberoamericana nos dice:

“Sus conceptos que corresponden a la linde mental del estadista y del sociólogo, esos conceptos fronterizos entre el arte de gobierno y las especulaciones de la sociología, fueron tan estupendamente concebidos que aún hoy rigen el mundo americano:

Su clara visión del futuro cultural de América;
de la solidaridad del Continente;
de la necesidad de constituir grandes naciones, y no “gobiernitos” como decía;
el destino democrático de estos pueblos;
las normas del Derecho Internacional Americano que proclamó y en parte impuso (asociación defensiva, arbitraje, util possidetis, fuerza al servicio de la paz, etc.)

La necesidad de gobiernos “tutelares”, no nihilistas ni absolutistas, no dictatorios ni anárquicos; su apoyo a la religión como fuerza social  indeclinable;
Su claro sentido de las categorías de grandeza… perennemente actualizan su nombre, y su espíritu mantienen en la cumbre”.(18)

7o.- LAS VIRTUDES SUPERIORES
Bolívar el munificiente, el hombre desinteresado por antonomasia. “Su generosidad no conoció límite, todo lo daba”, dice uno de sus contemporáneos. Al iniciar su vida pública dispuso la libertad de mil esclavos que poseía. Otros no se aproximaron nunca a ejemplo semejante. En sus últimos días escribió:

“Quisiera tener una fortuna material que dar a cada colombiano, pero no tengo nada.
No tengo más que un corazón para amarlos y una espada para defenderlos”.(17)

Bolívar como Humboldt era dueño de una mente organizada y un sentido disciplinado del trabajo. Y sabía dedicar el tiempo justo a los placeres, a la dicha de vivir. Relevante antecedencia para los epicúreos  inteligentes de hoy, capaces de no despilfarrar energías ni entusiasmo, próximos a la norma goetheana del equilibrio, la sapiencia de la jocundidad creativa.

Para los siglos venideros, la noción bolivariana mantendrá su popularidad y su vigencia. Y todavía para entonces el sencillo hombre de los Andes, la madre campesina de América, es posible que piense en Bolívar cuando vea desfilar al hijo camino de la escuela, o cuando el joven heredero marche para los cuarteles. La simbiosis mental entre la imagen del Libertador y el gesto del niño que despierta a las vivencias del mundo, seguirá siendo consuelo y esperanza para las gentes del pueblo.

Espejo para los melancólicos que hacen de las luchas interiores una subterránea fuerza de poderío vital hacia el exterior. Para los solitarios y meditabundos, Bolívar obsedido por los problemas de estos, que de sus propios problemas. Para los intelectuales, ejemplo de dedicación tenaz en el manejo de las letras, de la literatura de ideas. Su obra literaria es por todo ello, monumental.

Modelo para los autodidactas y para los estudiantes nocturnos por convicción o por obligación. Porque Bolívar, sin una ilustración institucionalmente dirigida, ni formación universitaria, poseía
la ciencia que sólo se logra en el frecuente trato con los libros en la amistad y diálogo con los sabios. Ecólogo que se anticipa a condenar los horrores de la depredación de natura; crítico literario, que enseña a decir la verdad y a rechazar los excesos; el hombre de las constituciones, que descubrió e indicó cómo encontrar las verdaderas fuentes de las leyes.

Vivió intensamente. Nunca se equivocó creyendo que el periplo humano es largo. Por esta razón su vida fué tremendamente laboriosa. Sus 47 años, una proeza de trabajo y de lucha. En sus largos viajes y al ritmo de su cabalgadura, su mente elaboraba los más complejos y disímiles proyectos. Sólo en las batallas tuvo un único objetivo: la victoria para sus ejércitos. En las reuniones y asambleas en las fiestas y saraos, en las grandes apoteosis después de los triunfos, su mente inquieta y su capacidad volitiva, apremiaban los más diversos asuntos. El solo período de su existencia entre 1812 y 1826, dice López de Mesa:(obra citada) “comparando esos 14 años de prodigiosa actividad pública con el promedio de “realizaciones” que en el decurso de su vida lleva a cabo el hombre común, resultaría de longevidad casi milenaria; prueba de ello es que su pensamiento actúa aún en el continente americano, y que sus obras siguen creciendo a la faz del mundo”.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS
(1)ALZATE AVENDAÑO Gilberto. Obras Selectas. Pág.3 Colección “Pensadores Políticos Colombianos”. Cámara de Representantes. Imprenta Patriótica del instituto Caro y Cuervo, Yerbabuena 1979 Bogotá

(2)BOLIVAR Simón. Escritos Políticos. Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un Caraqueño. Págs.6 y 7. Diciembre 15 de 1812. Cartagena de Indias. El Ancora Editores. Bogotá 1980.

(3)URURETA INSIGNARES Raúl. Bolívar. Antología. Juramento en el Monte Sacro. Págs.97 y 98. Según escritos de Simón Rodríguez. 15 de agosto de 1805. Compañía Bibliográfica Española S.A. Madrid 1973.

(4)BLANCO, J.F. y AZPURUA. Documentos para la Historia de la vida pública del Libertador. Tomo XIV. Carta dirigida por Bolívar el 11 de diciembre de 1830, al General Justo Briceño. Pág.462. Ediciones de la República de Venezuela Caracas 1978.

(5)BOLIVAR Simón. Obras Completas Tomo V. Proclama de Despedida del mando supremo de la República. Bogotá Enero 20 de 1830. Págs.473 y 474. Andaquí Impresores Ltda. Bogotá Colombia 1979.

(6)BLANCO José Félix y AZPURUA Ramón. Documentos para Historia de la vida pública del Libertador. Tomo X. Documento 2956. Se reprimen los fraudes que se hacen a las rentas públicas. Págs.726 y 727. Impreso en Litecnia C.A. de Artes Gráficas. Caracas. Ediciones de la Presidencia de la República. 1978.

(7)RESTREPO DE MARTINEZ Rosa. Así era Bolívar. “Bolívar y la pulcritud administrativa” por el Teniente Coronel Alberto Lozano Cleves. Pág.130, Editorial Cosmos Bogotá Colombia 1980.

(8)BOLIVAR  Simón. Obras Completas. Compilación y notas de Vicente Lecuona. Tomo IV. Carta al doctor José María del Castillo Rada, Neiva 6 de enero de 1829. Págs.300 a 301. Andaquí Impresores Ltda. Bogotá 1979.

(9)URUETA Raul. Bolívar. Antología. Discurso pronunciado ante el Congreso de Angostura el día 15 de febrero de 1819. Pág.151. Colección Compañía Bibliográfica Española S.A. Madrid 1973.

(10)RESTREPO DE MARTINEZ Rosa. Así era Bolívar. “Bolívar y la Pulcritud Administrativa”. Artículo del Teniente Coronel Lozano Cleves Pág.139. Editorial Cosmos. Bogotá 1980.

(11)BOLIVAR Simón. Escritos Políticos. Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un Caraqueño Diciembre 15 de 1812. Cartagena de Indias. El Ancora Editores. Bogotá 1980/

(12)BLANCO J.F. y AZPURUA R. Documentos para la Historia de la Vida Pública del Libertador. Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un Caraqueño. Cartagena de Indias, el 15 de diciembre de 1812. Tomo IV 121. Ediciones de la República de Venezuela Caracas 1978.

(13)BOLIVAR Simón. Obras Completas Tomo I. Contestación de un Americano Meridional a un Caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815. Págs.161 a 162.

(14)URUETA Raul. Bolívar.El educador Págs.87 y 88. Compañía Bibliográfica EspañolaS.A. Madrid 1973.

(15)BOLIVAR  Simón. Obras Completas. Compilación y notas de Vicente Lecuona. Tomo V. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, día de su instalación. Pág.340. Andaquí Impresores Ltda. Bogotá 1979.

(16)GOMEZ VERGARA M., PLAZAS OLARTE G., OCAMPO LOPEZ J. Inmanencia de Bolívar. Bolívar y la autenticidad de Hispanoamérica,de Ocampo López. Pág.41 Ediciones Talleres Gráficos de la Caja Popular Cooperativa. Tunja 1977.

(17)BLANCO J.F. y AZPURUA, R. Documentos para la historia de la vida pública del Libertador. Tomo III Discurso pronunciado por Bolívar en la Sociedad Patriótica de Caracas, el 4 de julio de 1811. Pág.138. Ediciones de la República de Venezuela. Caracas 1977.

(18)LOPEZ DE MESA Luis. “Simón Bolívar y la Cultura Iberoamericana”Artículo publicado en la Revista América Pág.40. Volumen III Número 7. Bogotá julio de 1945. Editorial Antena Bogotá Colombia

Junio de 1983

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