Canta en el árbol de la tarde
la filomela familiar,
y canta y sueña en su ternura
la soledad.
Cunde en el viento de los valles
la canción que no has de olvidar,
y el viento aviva entre los árboles
mi ansiedad.
Caen las hojas del olvido
con laxitud canicular,
y la colina del crepúsculo
sueña la heredad.
Para tus ojos asombrados
como la dicha primordial,
prende mi alma todo el júbilo
de su avatar.
Para tu alma en mi memoria
como un lucero sobre el mar,
guarda la luz de este crepúsculo
la claridad.
Canta en el árbol de la tarde
el corazón universal…
Para tus ojos infantiles
el mundo hilvana luz y paz.
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