Sube a tu coche de doradas ruedas…
¡Te vas, amor! Reina la paz de octubre
y sueñan un adiós las polvaredas
y un gris fatal el cielo que te cubre.
Fiel soledad de lotos y resedas,
tu fuga triste a mi dolor descubre;
la luz se fatigó en las alamedas
y el universo tu destino encubre.
¡Te vas, amor…! El pálido pañuelo
me deja negra insinuación de duelo,
sobre la ruta que marcó tu ausencia.
¡Adiós, amor…! La luz que nos alumbra
en el tiempo se opaca y se apenumbra,
y el alma se recoge y se silencia.
Deja un comentario